Los "dragones asiáticos". Crisis financiera de los 90



Una de las cuestiones que más se plantean a la hora de hablar de mercados financieros es el miedo por incertidumbre, la certeza de que nunca podrá depender de una fiabilidad absoluta. No se tuvo esto en cuenta, sin embargo, durante el crecimiento económico asiático, en la década de los noventa, que acabaría estallando el 2 de julio de 1997 como una de las mayores crisis financieras sufridas a nivel global de la historia. Es más, si algún economista intrépido se hubiera atrevido a alertar del advenimiento de una posible crisis, lo hubieran tachado de loco, teniendo en cuenta las enormes tasas de crecimiento de los países asiáticos en la década de los 90 (superávit en sus cuentas públicas, relevante apertura comercial, estabilidad a merced de unos tipos de cambio fijos, baja inflación, etc.)
variación en los tipos de cambio bursátil

¿Cómo pudo suceder, entonces, dicha crisis?
Para hablar razonadamente de qué ocurrió en el continente asiático, habría que tener claro el funcionamiento de lo bancos centrales: con el fin de evitar la incertidumbre de los depositantes que le proporcionarán oportunidades de inversión a los bancos, los bancos centrales actúan como prestamistas de última instancia, proporcionando la liquidez necesaria para estabilizar aquellos bancos que se encuentren en problemas y así detener un pánico potencial entre inversores. Esto, sin embargo, no sucedía de igual forma en las finanzas a nivel internacional, básicamente porque no existían prestamistas de última instancia ni autoridades internacionales que pudieran garantizar la deuda a corto plazo. Era de entender que los países asiáticos, que habían estado funcionando como los bancos comerciales tradicionales, colapsaran sus entidades financieras, al no haber un respaldo económico internacional que calmara la incertidumbre.
Los primeros síntomas fueron las bruscas contracciones en las tasas de PIB de algunos países asiáticos importante, como se muestra en el siguiente cuadro:
Además, la financiación externa se desplomó sin demora, dejando una balanza de pagos muy débil.
El sistema financiero fue, básicamente, el principal culpable de la crisis, en relación con la inversión extranjera directa, que se expresó en una abrupta reversión del flujo de capitales a través del sistema Bancario. Fueron el cambio en las espectativas del mercado (con una consiguiente salida de capitales originaria de las presiones sobre el tipo de cambio), sumado a la inestabilidad intrínseca del mercado internacional de capitales, que provocaba incertidumbre, los factores determinantes para que países como Tailandia, China, Japón, Malasia o Corea se vieran fuertemente afectados en sus economías.

(Paula García Chamorro)



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