Sudáfrica en los últimos 200 años


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Sudáfrica, país de la Unión Africana, situado en África austral, tiene una forma de gobierno que se basa en una república parlamentaria. En los últimos 200 años, la historia de Sudáfrica ha oscilado en un ambiente económico-político-institucional marcado por varios acontecimientos.
Desde 1836, grupos de bóeres insatisfechos con el Gobierno británico en la colonia de El Cabo iniciaron una travesía hacia el interior en busca de la libertad, conocido como la Gran Expedición. Empezaron varios encuentros de ‘voortrekkers’ con zulúes, en los que se fundaron repúblicas. En esas repúblicas surgieron desacuerdos que llegaron a masacres que acabaron en ataques vengativos por parte de los bóeres, como la Batalla del Blood River (1838) en Natal. Aparecieron varias repúblicas bóeres que duraron poco, pero pronto los únicos contendientes serios fueron el Estado Libre de Orange y Transvaal. La situación financiera de las repúblicas siempre fue precaria y sus economías dependían totalmente del ganado. Cuando parecía que las repúblicas empezaban a establecerse, se descubrieron diamantes cerca de Kimberley en 1869. Gran Bretaña reaccionó enseguida y se anexionó la zona. Los bóeres, tras el descubrimiento, se encolerizaron al ver que sus repúblicas empobrecidas se quedaban sin el dinero de las minas, esto dio paso a lo que se conoce como las Guerras Anglo-Bóeres, que se dividen en dos contiendas y dos años más de guerra de guerrillas. En mayo de 1902, el Tratado de Vereeniging, por el que las repúblicas bóeres reconocían la soberanía británica, trajo cierta paz.
Comenzó un gobierno británico y la conciencia política crecía. El afrikáans empezó a verse 
como el volkstaal (lengua del pueblo) y un símbolo de la nación afrikáner. En 1906-1907, se concedió a las antiguas repúblicas bóeres un gobierno representativo y casi de inmediato se dieron pasos hacia la unión. La Unión Sudafricana se fundó en 1910. Los territorios del alto comisionado británico de Basutolandia (hoy Lesoto), Bechuanalandia (hoy Botsuana), Suazilandia y Rodesia (hoy Zimbabue) siguieron bajo el control de Gran Bretaña.
El primer gobierno de la nueva unión fue el Partido Nacional de Sudáfrica. El partido, una coalición diversa de grupos bóeres liderados por el general Louis Botha, con el general Jan Smuts como subsecretario. El general Barry Hertzog planteó temas divisorios, en su lucha por intereses afrikáners, y abogó por un desarrollo separado de los dos grupos blancos y por independizarse de Gran Bretaña. Él y sus seguidores formaron el Partido Nacional. Poco después de fundarse la unión, se aprobaron muchas leyes represivas. En 1914, Sudáfrica, como parte del Imperio británico, se vio inmersa en la guerra contra Alemania y se le endosó la responsabilidad de tratar con África del Sudoeste Alemana (hoy Namibia). Tras la guerra, África del Sudoeste pasó a ser parte de Sudáfrica bajo el “mandato” de la Sociedad de Naciones.
En 1924, el Partido Nacional, liderado por Hertzog, llegó al poder en un Gobierno de coalición, y el nacionalismo afrikáner logró un mayor respaldo. Pero cualquier esperanza de cambiar el curso del nacionalismo afrikáner se desvaneció cuando Daniel François Malan llevó un movimiento disidente radical, el Partido Nacional Purificado, al centro de la vida política afrikáner. La Afrikaner Broederbond, una hermandad secreta afrikáner formada en 1918 para proteger la cultura afrikáner, pronto pasó a ser una fuerza muy influyente para promover al volk (pueblo, los afrikáners). Los meses previos a las elecciones de 1948, el Partido Nacional basó su campaña en su política de segregación o apartheid (un término afrikáans que significa el estado de estar apartado). Ganó las elecciones en coalición con el Partido Afrikáner y bajo el liderato de D. F. Malan. En mayo de 1961, se creó la República de Sudáfrica.
El mayor afianzamiento del apartheid urgió al ANC, hasta entonces bastante conservador, a entrar en acción. En respuesta, el ANC y el PAC iniciaron una campaña de sabotaje mediante sus brazos armados, Umkhonto we Sizwe (Lanza de la Nación, conocida como MK) y Poqo (Puro o Solo). En julio de 1963, 17 miembros del movimiento clandestino del ANC fueron arrestados y juzgados por traición en el tan divulgado proceso de Rivonia. Entre ellos estaba Nelson Mandela, líder del ANC y fundador de Umkhonto we Sizwe. Oliver Tambo, también de la cúpula del ANC, logró escapar de Sudáfrica y lideró el movimiento en el exilio. Con el ANC ilegalizado y Mandela y la mayoría de los líderes en prisión o en el exilio, el país vivió algunos de sus años más oscuros. Las leyes del apartheid se hacían cumplir a rajatabla, y los muros entre razas eran cada vez más altos.
Durante la década de 1970, la resistencia volvió con fuerza, primero a través de los sindicatos y las huelgas, y más tarde encabezada por la Organización de Estudiantes de Sudáfrica, con Steve Biko a la cabeza. Biko, fue el motor que impulsó el crecimiento del movimiento Black Consciousness de Sudáfrica, que insistía en la necesidad de la liberación psicológica, el orgullo negro y la oposición pacífica al apartheid. Todo culminó en 1976, cuando el Consejo Representativo de Estudiantes de Soweto organizó protestas contra el uso del afrikáans (considerado la lengua del opresor) en las escuelas negras. Esto inició en todo el país una serie de manifestaciones, huelgas, arrestos masivos, revueltas y violencia que, durante el año siguiente, se cobraron más de 1000 vidas.
A inicios de los años ochenta, empezó a surgir un cambio en Sudáfrica. El presidente P. W. Botha instauró muchas reformas. Las protestas y la resistencia continuaron con toda su fuerza al tiempo que Sudáfrica estaba cada vez más polarizada y fragmentada, y la agitación estaba a la orden del día. Los blancos respondieron con la creación de grupos paramilitares neonazis, entre los que destacó el Afrikaner Weerstandsbeweging (AWB), liderado por Eugène Terre’Blanche. El Frente Democrático Unido nació en ese momento. Con una amplia coalición de miembros liderada por el arzobispo Desmond Tutu y el reverendo Allan Boesak, exigió al Gobierno que aboliera el apartheid.
La presión internacional creció a medida que las sanciones económicas empezaban a hacer mella, lo que provocó la caída del rand. En 1985, el Gobierno declaró un estado de emergencia que duraría cinco años.
En 1986 el presidente Botha anunció al Parlamento que Sudáfrica había dejado atrás el apartheid. El Gobierno inició una serie de pequeñas reformas a favor de la igualdad racial, al tiempo que mantenía un estricto control de los medios de comunicación y todas las manifestaciones contra el apartheid.
A finales de 1989, Botha fue sucedido por F. W. de Klerk. De Klerk anunció que revocaría todas las leyes discriminatorias y legalizaría el ANC, el PAC y el Partido Comunista. El 11 de febrero de 1990, Nelson Mandela salió de la prisión. Entre 1990 y 1991, se abolió el sistema legal del apartheid. Un referéndum, el último que se celebró en Sudáfrica con votos solo de blancos, otorgó de forma aplastante al Gobierno autoridad para negociar una nueva constitución con el ANC y otros grupos.
Pese a haberse levantado el estado de emergencia y eliminado la presencia militar, el período entre el apartheid y la democracia fue uno de los más violentos del país. En julio de 1991, Nelson Mandela fue elegido oficialmente presidente del ANC, pese a la creciente desconfianza respecto a un hombre en negociaciones secretas con el gobierno opresor. Poco a poco, el Gobierno sucumbió ante todas las demandas de Mandela, y gradualmente perdió el control del proceso de negociación.
En 1993 se finalizó una constitución provisional que garantizaba la libertad de expresión y de religión, el acceso a una vivienda digna y muchos otros beneficios, y que prohibía explícitamente la discriminación en casi todos los ámbitos. Las elecciones se celebraron de manera pacífica, entre un palpable sentimiento de buena voluntad en todo el país. Gracias a sus esfuerzos por traer la reconciliación a Sudáfrica, Mandela y De Klerk recibieron conjuntamente el Premio Nobel de la Paz en 1993.
El ANC obtuvo el 62,7% de los votos, menos del 66,7% que le hubiera permitido reescribir la constitución. Las elecciones, además del Gobierno nacional, determinaron los gobiernos provinciales, y el ANC ganó en todas las provincias excepto en dos. El Partido Nacional logró la mayoría de los votos blancos y coloured y pasó a ser el partido oficial de la oposición.
En 1996, tras muchas negociaciones y debates, el Parlamento de Sudáfrica aprobó una versión revisada de la Constitución de 1993, que estableció la estructura del nuevo Gobierno democrático del país. El Gobierno nacional estaba formado por la Asamblea Nacional de 400 miembros, un Consejo Nacional de las Provincias de 90 miembros y un jefe de estado (el presidente) elegido por la Asamblea Nacional. En 1999 el país celebró sus segundas elecciones democráticas. Dos años antes, Mandela había pasado el liderato del ANC a su segundo, Thabo Mbeki; el porcentaje de votos obtenido por el ANC aumentó y el partido quedó a un escaño de la mayoría de dos tercios que le permitiría modificar la Constitución. El Partido Democrático se convirtió oficialmente en la oposición.
Tras las primeras elecciones, la atención se centró en la Comisión para la Verdad y la Reconciliación (1994-1999) con su presidente, el arzobispo Desmond Tutu, que trabajó para hacer visibles los crímenes del apartheid.
En 2005, Mbeki destituyó a su vicepresidente Jacob Zuma al imputársele cargos de corrupción, lo que inició una despiadada lucha interna por el poder en el ANC, de la que Zuma salió vencedor. En septiembre del 2008, en un movimiento sin precedentes del partido, se exigió a Mbeki su dimisión como presidente. Se retiraron los cargos contra Zuma y el ANC ganó las elecciones del 2009, con Jacob Zuma como presidente. En las elecciones del 2014, los medios del país hablaban entusiasmados de las posibilidades de la Alianza Democrática, la oposición oficial que amalgama al antiguo Partido Democrático y muchos partidos pequeños. Pero el ANC ganó cómodamente con el 62,1% del sufragio, la Alianza Democrática logró el 22,2%.

El resultado más sorprendente fue el de los Luchadores por la Libertad Económica, un nuevo partido político encabezado por Julius Malema. La capacidad de los partidos de la oposición de presionar al Gobierno para afrontar los problemas del país aún es una prueba importante para la madurez política de Sudáfrica. Dada la historia reciente del país, los continuos problemas de criminalidad y la corrupción, no es extraño que las visiones de los sudafricanos sobre el futuro de la nación sean pesimistas. No obstante, a día de hoy, el país es un lugar infinitamente más optimista y relajado que en 1990.

(María León González)

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